Los residuos tecnológicos viajan a Asia: La ruta de la e-basura

“Hola, soy tu viejo móvil. Ése que tiraste hace ya tres meses al container de la esquina. Te llamo para decirte que estoy en India”.

¿Te imaginas una llamada así? Si los móviles tuvieran voz y autonomía sería, posiblemente, una de las llamadas más frecuentes que harían.

Quizá no te has parado a pensar dónde van a parar los aparatos electrónicos que tiramos: móviles, televisores, ordenadores,…  el hecho es que se les considera e-waste (e-basura) y son un grave problema mundial.

¿Qué está pasando? En los países occidentales acumular residuos electrónicos en vertederos está prohibido (por su toxicidad) y reciclar y reutilizar sale muy caro, así que la “solución” que hemos adoptado es exportar nuestros “residuos electrónicos”  a países asiáticos: China, India y Pakistan, que están recibiendo casi un 80% del total que generamos. Es decir, tan sólo un 20% de los residuos siguen el camino legal: entrar en el llamado “proceso de eliminación de residuos tóxicos” en una empresa recicladora.

¿De que cantidades hablamos? Según datos de Greenpeace en Occidente generamos alrededor de 20 y 50 toneladas de residuos al año.

¿Desde cuándo pasa? Desde mediados de los años 80 cuando Alemania, EEUU y Canadá empiezan a exportar residuos a Asia, particularmente al mercado chino. El negocio era redondo, los occidentales nos librábamos de nuestra basura tóxica y un puñado de empresarios chinos  encontraban un fantástico negocio extrayendo de los aparatos los metales valiosos como el oro, la plata o el plomo.

¿Cúal es el problema? La forma en que se recicla. Como  ha denunciado Greenpeace en incontables ocasiones,  la forma en la que se manipulan estos residuos es altamente peligrosa: El proceso se realiza de forma manual y  libera partículas de metales pesados como plomo, mercurio, cadmio, cobre o cobalto que resultan muy tóxicos para el medio ambiente (contaminan) y para las personas que los manipulan, causándoles graves  afecciones respiratorias, dérmicas, digestivas, inmunológicas y cáncer.

¿Existe regulación internacional? Sí, tanto la ONU como la UE tienen normas estrictas que regulan los materiales trasladables y sus destinos. El llamado “comercio internacional de residuos peligrosos” se reguló en el Convenio de Basilea, pero la prohibición no ha entrado en vigor porque todavía no ha sido firmada por un número suficiente de países.

En los países asiáticos nada ha importado y se ha generado toda una industria alrededor del reciclado. El primer país en recibir envíos masivos de e-basura fue China.  Actualmente unas 6.000 empresas de chatarrería dan trabajo a unas 15.000 personas, la mayor parte venidos del campo, que trabajan bajo un mísero salario y enfermando sin saberlo. Tras las voces de alarma y la presión internacional en el año 2000 China prohibió las importaciones. ¿Sirvió de algo? No demasiado, resulta fácil “colar” la mercancía en China o Indonesia a base de sobornos.

La solución parece estar lejos. La e-basura sigue su ruta imparable hacia países menos restrictivos como Tailandia, Pakistan o India… África se vislumbra ya como el próximo continente candidato a la siniestra sucesión de enfermedad y muerte.

Si crees que éste problema no te afecta directamente, introduzco una última reflexión. En una economía global es habitual que las cosas terminen en el punto de partida. Los países occidentales enviamos a Asia nuestros residuos tóxicos. Asia fabrica la mayor parte de los productos que consumimos en occidente con materia prima a veces, contaminada: No es extraño encontrar trazas de plomo o estaño en sus productos.

¿Cuándo fue la última vez que compraste algo en  “un chino”?

E-basura:  El lado más negativo de la tercera revolución industrial  ya está aquí.